PLAN DE LA DINE

SORPRÉNDASE CON EL PLAN DE ELIMINACIÓN Y LA FELICITACIÓN RECIBIDA POR LOS VERDUGOS DE PARTE DE JEFE DEL SERVICIO SECRETO DEL EJERCITO DE CHILE, COMANDADO POR AUGUSTO PINOCHET UGARTE.

ORGANIGRAMA DEL CRIMEN


ESTOS SON LOS GENERALES DEL PLAN CRIMINAL
El Director: de DINE: Geheral Arturo Alvarez Sgolia

General Hernan Ramírez Rurangue


General Fernando Torres Silva.



















Carlos Herrera Jiménez, jefe del comando ejecutor del Cuerpo de Inteligencia del Ejército.
                                     
               Mayor Alvaro Corvalán Castilla, jefe operativo y ejecutor del pintor Juan Alegría.
              Suboficial del DINE, Manuel Contreras Donaire, quien degolló a Tucapel Jiménez.

Este agente robo el arma





Capítulo VI
BASES DEL PLAN DE ELIMINACION

En la lógica de la dictadura militar las labores de Inteligencia, para la “adopción de medidas resguardadoras de la seguridad nacional”, eran consustanciales al ejercicio del poder. O, según el Reglamento de Inteligencia del Ejército, “es una función primaria del mando”, aplicable a todos los campos de acción interno y externo –económico, diplomático y bélico-, y con repercusiones en el desarrollo industrial y comercial.

A.-INTELIGENCIA DEL EJERCITO: SU HISTORIA

         En 1967, el teniente coronel Luis Alvarado y el mayor Sergio Fernández fueron comisionados para seguir un curso especial de Inteligencia, en Fort Gulik, en la zona del Canal de Panamá. “Tales oficiales pueden ser considerados precursores de  la Inteligencia Militar chilena contemporánea” (27). A partir de 1968 se empezaron a impartir los primeros cursos de Inteligencia para suboficiales, enseñándose preferentemente doctrina de
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(26) Ver libros “Lech Walesa, Un Camino de Esperanza”, y “Polonia, Una Lucha Inédita”.
(27) La Nación, edición del 23 de febrero de 1991, pag.VII.

 seguridad militar y el empleo de claves para el cifrado de mensajes secretos. El mayor Sergio Fernández creó un criptógrafo, bautizado Capfer, sigla del capitán Fernández.
Cuando se dispuso de suficiente personal capacitado se empezó a hablar del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).
El año 1975, el mismo Sergio Fernández, entonces teniente coronel, asumió como primer director de la Escuela de Inteligencia del Ejercito, levantada en el fundo “Los Morros”, de Nos, que fuera donado por el agricultor conservador Sergio Fernández Larraín.
Ese mismo año, el general Odlanier Mena ascendió a Director de la Dirección de Inteligencia del Ejercito (DINE).
Pero no sólo la academia de inmediato contó con el rechazo del coronel Manuel “Mamo” Contreras, director de la DINA, por cuanto daría origen a una doctrina distinta a la emanada de la ENI, instituto de la DINA, y que funcionaba desde 1974 en el fundo “La Rinconada”, en la comuna de Maipú, que fuera expropiado a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile (28). También Contreras consideró su adversario a Mena y lo hostigó con todo lo que tenía a su alcance. “Detenían agentes míos, dejaban tarjetas de identidad falsificadas en hechos delincuenciales para culpar a la DINE. Siempre hubo problemas, los que representé. Esto terminó en septiembre de 1975, cuando se dictó una ley que subordinaba todos los servicios a la DINA. Me retiré voluntariamente, porque, además, no acepté la imposición de subordinarme a un coronel, Contreras”, declararía a posteriori el general Mena. (29).
“Mamo” Contreras tenía a supremacía y viajaba continuamente a Estados Unidos, para articular la coordinación de la red Cóndor, según información y documentos revelados por el periodista John Dinges, autor del libro “Asesinato en Washington”, referido a la eliminación del ex Canciller Orlando Letelier.
“Cada vez que había una innovación en la Inteligencia chilena, Contreras viajaba a Estados Unidos. Hay cinco viajes y cada uno coincide con
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(28) La Nacion, edición del 23 de febrero de 1991, pag.VIII.
(29) El Mercurio, edición del 8 de junio de 2003, pag. D-13.

cambios importantes y con la expansión de las operaciones de la DINA, primero a nivel interno y luego a nivel internacional. Tengo confirmado con documentos secretos que no han sido desclasificados en EE.UU. que mi país mandó entrenadores a Chile, para ayudar a formar el modelo de la Inteligencia nacional. Contreras viajó a EE.UU. en marzo de 1974 y los entrenadores llegaron aquí en junio, julio o agosto, el año en que la DINA se está formando
y hay gran actividad de los aparatos represores. Puede ser coincidencia o no, pero cuando termina el entrenamiento, Contreras manda a su gente a su primera operación internacional: el asesinato de (Carlos) Prats, (ex Comandante en Jefe del Ejercito, ultimado en Argentina por un bombazo) (30).

B.- SU ESTRUCTURA ACTUAL

Las funciones de Inteligencia en el Ejército de Chile las cumple una organización interna denominada DINE, dependiente del Jefe del Estado Mayor del Ejército, mayor general Enrique Morel Donoso, el año 1982. Su moderna estructura orgánica –desde marzo de 1981 a enero de 1983- presentaba el siguiente diseño funcional y dotación de oficiales superiores (31):
·        Director, general Ramsés Arturo Alvarez Sgolia; Ayudante, mayor Juan Carlos Uribe; Asesor jurídico, Marcos Alvear Rabanal; Secretario de coordinación, brigadier Marcos Lucares Robledo (32); ayudantía general; oficina de seguridad y centro criptográfico.
·        Debajo de la cúpula venían los siguientes Departamentos: Inteligencia, a   cargo del teniente coronel Eduardo Rodríguez Soto; Contrainteligencia,   a cargo del coronel Patricio Martínez Mena; Operaciones Sicológicas, servido por el brigadier Werter Araya Stek; Relaciones Internacionales, a cargo del coronel Carlos de la Barrera Werner; Administrativo y Logístico, encargado al teniente coronel Héctor Rosales Berroeta.
·        Además, existían otras seis unidades que dependían del Director de Inteligencia: Servicio Secreto, a cargo del teniente coronel Maximiliano
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(30)Entrevista a John Dinges, en semanario “Siete+7”, edición 94, Págs. 42-43.
(31) Declaración de Arturo Álvarez a fojas 1.967 y 3.038.
(32) Brigadier Marcos Lucares estuvo directamente implicado en  una  financiera informal, denominada “La Cutufa”, a la que se atribuyeron delitos de estafa y se vinculó con el asesinato del empresario Aurelio Sichel.
·        Ferrer Lima; Cuerpo de Inteligencia del Ejército (CIE, después Batallón de Inteligencia), a cargo del brigadier Víctor Pinto Pérez; Escuela de Inteligencia, cuyo director era  el coronel Eduardo Riquelme Andaur; Agregadurías militares en las embajadas chilenas en el exterior e investigaciones científicas, bajo la responsabilidad del teniente coronel Eduardo Arriagada; Asesoría de Planes y Estudios, sin jefe designado; y Unidad de Inteligencia en la región militar norte.
·        Por su parte, el CIE tenía en su interior la siguiente orgánica: Departamento I, Inteligencia; Departamento II, Contrainteligencia; Unidad de Apoyo Técnico, Unidad de Protección de Personas Importantes, Unidad de Seguridad Militar y Unidad de Contraespionaje, todos los cuales dependían del brigadier general Hernán Alejandro Ramírez Hald, convirtiéndolo en la tercera jerarquía de la DINE.
El cuartel general del “ejército en las sombras” estaba en un inmueble de muros altos y antenas parabólicas sobre el techo, situado hasta los ‘90 en calle García Reyes 12, casi esquina de Avenida Bernardo O’Higgins, a doce cuadras del Palacio de La Moneda. La Unidad de Contraespionaje funcionaba en el denominado Cuartel Coihueco, situado en Echeñique 5995, comuna de La Reina, parte alta de Santiago.

C.-CONTROL Y JERARQUIZACIÓN.-

El Ejército de Chile, como institución jerarquizada que es, por regla general, el jefe directo y los superiores ordenan y disponen lo que deben realizar sus subalternos, excluyendo así la posibilidad que estos últimos hagan lo que se les ocurra, puesto que los superiores directos necesariamente deben estar en conocimiento de cada una de las misiones, operaciones y encargos que el subordinado ejecutará.
Dicho de otra manera: No es posible que en un cuerpo jerarquizado, el superior directo desconozca las acciones de uno de sus subordinados. Muchísimo menos puede darse en un organismo de Inteligencia, en el que se controla -además de  la eficiencia- la seguridad de sus efectivos, especialmente en la época en  que se inserta nuestra investigación.

D.- METODOLOGÍA DEL SISTEMA DE INTELIGENCIA

El sistema operaba conforme a la siguiente metodología (33):
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(33) Ver fallo de primera instancia en Anexos.
a) Búsqueda, procesamiento y difusión de la información (Inteligencia positiva), utilizando fuentes abiertas y cerradas, estas últimas desarrolladas en forma encubierta.
b) Materialización de la seguridad (contrainteligencia), constituidas principalmente por operaciones contrainteligencia y OPERACIONES ESPECIALES (el destacado es del editor) de contrainteligencia, constituidas
por esfuerzos planificados y ejecutados por especialistas en el ámbito del contraespionaje, contra sabotaje, contra subversión y contraguerrilla, todo lo cual se opone a la inteligencia adversaria, desarrollando medidas de negación pasivas y activas.
Estas últimas “constituidas por acciones elaboradas en procedimientos especiales adecuados para evitar que la inteligencia enemiga alcance sus objetivos específicos, como también mediante medidas positivas, constituidas por acciones especialmente concebidas para producir decepción o engaño en la interpretación que haga la Inteligencia enemiga” (34).
c) Actuar operativamente con medios no convencionales (operaciones especiales de Inteligencia) considera todo tipo de esfuerzos ofensivos y defensivos encubiertos, ocultos, basados en técnicas secretas que de alguna
manera permitan a los medios convencionales en cualquier circunstancia, tiempo y lugar, el logro de sus objetivos con mayor seguridad, facilidad, rapidez y menor desgaste, operando tanto en los planos legales y abiertos como encubierto, según la necesidad e importancia de la labor, la cual puede estar referida a los distintos campos de acción, dentro o fuera del territorio, en tiempos de paz o guerra, destinada a fines de propios o de cooperación con el
Mando, mediante medios pasivos de recolección de antecedentes o recolección de antecedentes o agresivos de acciones concretas que ocasionen daños directos y de consideración, pero en todo sin dejar al descubierto o delatar a quienes inspiran o realizan las acciones, permitiendo aprovechar sus resultados en beneficio institucional o nacional, protegiendo a sus ejecutores en el tiempo.
d) Operaciones que sean rutinarias o especiales, estas últimas siempre dispuestas por la Autoridad Superior, originados en hechos específicos de
importancia y trascendencia para la Defensa y seguridad nacional.
e) Influir sobre la psiquis y moral propia del adversario (operaciones psicológicas).
f) La unidad de Inteligencia institucional constituye la mayor unidad ejecutiva
especializada y técnica del Ejército, dependiente directamente del Director de

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(34) Ver fallo de primera instancia en Anexos.
Inteligencia, quien responderá de su empleo ante el Comandante en Jefe a través del Jefe del Estado Mayor General del Ejército.
g) La organización de la labor de inteligencia puede superponer actividades en los campos de acción, lo cual puede producir resultados útiles para otros organismos, circunstancia que lleva a mantener la necesaria comunicación y
entendimiento permanente entre quienes desarrollan dichas labores, para lograr aprovechamientos mutuos, conformándose la Comunidad de Inteligencia, Comités de Inteligencia y Consejos de Inteligencia.
h)Teniendo en cuenta el compromiso en el obrar, la selección del personal que ingrese al sistema de Inteligencia debe ser voluntaria.

E.-SENTENCIA DEL GENERAL: ¡ES UN TRAIDOR, ELIMINENLO!

El entonces jefe de la DINE, general Ramsés Arturo Alvarez Sgolia, de carácter arrebatado, razonó conforme señalaba la “doctrina” de Inteligencia.      “Política e inteligencia son compañeras de cuarto”, reza una frase del teniente general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Eugene Tigue (35).  Es decir, percibió como perjudiciales las actividades realizadas por Tucapel Jiménez. Su relación tanto con personas de relevancia política nacional como con organizaciones internacionales de trabajadores. El logro del boicot a las exportaciones de productos de empresas chilenas por parte de la AFL-Cio. Y su convocatoria unitaria del mundo sindical junto con el llamado a paro nacional. Todo ello constituía “un sabotaje para con el buen éxito del Gobierno” (36), encabezado por el Comandante en Jefe del Ejército.
Y, asimilando lo ocurrido con Walesa en Polonia, creyó que la estrategia de Jiménez “podría representar el inicio de actividades de desestabilización de las autoridades gubernamentales” (37).
Conforme a ello, “decide implementar una Operación Especial de Inteligencia, de carácter no convencional, positiva y encubierta, con el objeto
que las autoridades obtengan el logro de sus planificaciones con mayor tranquilidad, facilidad, seguridad, rapidez y menor desgaste, en el campo de

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(35) Ver título XI sentencia de primera instancia en Anexos.
(36) Idem.
(37) Ver título XI del fallo de primera instancia en Anexos.

acción económico, que entiende redundaría en beneficio institucional y nacional, al mismo tiempo que influiría negativamente en la psiquis de los opositores al Gobierno”(38).
Ese año 1981 la psiquis del general Arturo Álvarez estaba cegada con el operativo anti-Tucapel. No lo amilanó las graves secuelas dejadas por los asesinatos perpetrados en febrero en la ciudad nortina de Calama, por dos agentes CNI –Gabriel Hernández Anderson y Eduardo Villanueva Márquez-, que secuestraron y dinamitaron a dos empleados del Banco del Estado, para robar 12 millones de pesos.
Tampoco se contagió con el estupor mundial ante dos graves atentados acaecidos con seis semanas de diferencia: 1) Lunes de 30 de marzo fue baleado el presidente norteamericano Ronald Reagan por un fanático identificado como  John W. Hinckley; y 2) miércoles 13 de mayo, el Papa Juan Pablo II resultó gravemente herido por un terrorista, Alí Agka, que le disparó desde la multitud, en San Pedro, Roma.
A estos dos magnicidios se sumó un tercero, ocurrido casi cinco meses después: El martes 6 de octubre, mientras presenciaba un desfile militar, el presidente de Egipto, Anwar Sadat, fue atacado mortalmente con armas automáticas por un grupo fundamentalista. Todos estos casos aumentaron en el primer mundo la conciencia del terrorismo y la vulnerabilidad de sus dirigentes.
Como Álvarez Sgolia tenía bajo su mando la única Unidad Ejecutiva dentro del Ejército, denominada CIE, que no está vinculada directamente al Comandante en Jefe, procedió directamente a “implementar lo planificado junto a quien se desempeña como Comandante de la ultra secreta unidad, coronel Víctor Raúl Pinto Pérez” (39).
Hizo una labor de convencimiento con todos los implicados en forma personal o a través de otros
-“Es un traidor a la Patria y hay que eliminarlo”,  sentenció Álvarez Sgolia a cada uno de sus oficiales jefes, haciéndolos cerrar filas con él. Pinto Pérez se encargó de súper vigilar su desarrollo, entregando su ejecución a un oficial y suboficiales del Ejército, a quienes proporcionó el apoyo material y logístico

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(38 Ver título XI del fallo de primera instancia en Anexos.
(39) Idem título XI.

 pertinente, todo lo cual denominaron “Operación Especial de Inteligencia destinada a la eliminación física de Tucapel Jiménez Alfaro”. (40).

F.- BOCHORNO Y SELECCION DE EJECUTORES .-

Esta operación en un primer momento no prosperó por la negativa (“falta de compromiso”, lo tildaron) de los oficiales asignados a la misión. El fracasado comando sicario lo integraron los oficiales: Julio Infante, jefe del Cuartel Coihueco,  y los artilleros Claudio Sepúlveda y el comandante Enrique Vejar (este entró después a la Universidad Bernardo O’Higgins, a estudiar leyes), pretextando variadas excusas. Posteriormente, se conoció que fueron humillados en privado y en público por oficiales del alto mando.
Para evitar otro bochorno, el general Alvarez Sgolia seleccionó directamente al nuevo comando ejecutor. En primer lugar, a dos oficiales que se encontraban con destinación extrainstitucional en la CNI: Teniente Coronel Francisco Maximiliano Ferrer Lima y Capitán Carlos Alberto Fernando Herrera Jiménez, alias operativo “Mauro” o “Bocaccio”.
El primero, del arma de Infantería, nombrado oficial el 1º de mayo de 1964. Se integró a la DINA en agosto de 1974, donde fue miembro de su Estado Mayor. Alias “Max Lenou”, estuvo a cargo de la casa de torturas José Domingo Cañas y luego del campamento de prisioneros “Villa Grimaldi”. Fue integrante del directorio de la Sociedad Pedro Diet Lobos en Buenos Aires, una firma de fachada de la estructura financiera de  la DINA.
El segundo, del arma de Artillería, nombrado oficial en 1971, cuando tenía 20 años de edad. Desde  1971 a 1978 destinado en el Regimiento Dolores de Iquique, donde cumplió funciones en el Centro de Inteligencia Regional (CIRE) y en el Departamento Especial de Inteligencia (DEI). Luego pasa a la Escuela Militar y a fines de 1978, a la CNI, en la brigada que combatía al MIR. Y a fines de 1981, destinado  al CIE.
Para tales efectos obtuvo algunos arreglos internos para darle cobertura a los futuros traslados. El teniente coronel Francisco Ferrer, encargado de supervisar esta vez la “Operación Tucapel”, quedó encuadrado en la DINE, trasladándose luego al CIE, donde cumplió funciones en todo momento, pues
se le asignó la tarea de reorganizar el Servicio Secreto de Espionaje (41). Al capitán Herrera se le destinó –con fecha 3 de agosto de 1981- a la Dirección
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(40) Confesión suya a fojas 6.012.
(41) Título XI sentencia de primera instancia.




de Instrucción del Ejército, sin que cumpliera funciones específicas, aspecto que no llamó la atención de quien dirigía esa repartición, puesto que en otras oportunidades le enviaron oficiales “cacho”, que sólo estaban nominalmente a su cargo, pero no de manera efectiva, entre los cuales se contó al capitán Armando Fernández Larios, condenado como autor del asesinato en Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier (42).
Casi cuatro meses después,  25 de noviembre de 1981, el capitán Herrera Jiménez se integró al CIE, con el fin de asumir la misión de ejecutar la acción sangrienta, dado que poseía “una personalidad apropiada”.
Enseguida, el comandante Víctor Pinto Pérez le dio la jefatura de la Unidad Especial de Contraespionajeteniendo bajo su mando dos equipos de 3 o 4 suboficiales de Ejército del CIE, de una dotación especial disponible para los trabajos más confidenciales. Entre ellos: Miguel Segundo Letelier Verdugo, alias Marcos; Manuel Segundo Contreras Donaire, alias Felipe, Palmenio o Cariño Malo; José Hugo Roa Vera, alias Bernardo.
Para funcionar y reunirse instalaron sus dependencias en la Unidad de Contraespionaje dependiente del Departamento II de Contrainteligencia del CIE, ubicada en Avenida Echeñique Nº 5995, comuna de La Reina, inmueble conocido institucionalmente como “Cuartel Coihueco”.
Otra sede empleada para su funcionamiento fue un siniestro inmueble de murallas altas, visibles antenas de alta frecuencia y parabólicas, que ocupaba el CIE en García Reyes Nº 12. En varias oportunidades fue atacado por la noche con armas automáticas por desconocidos movilizados en vehículos en marcha.


G.-PLAN DE ELIMINACION DETALLADO

Los últimos días de enero de 1982, el país respiraba una atmósfera cargada de emociones encontradas: Padecía la recesión económica; celebraba la estrella nº 13 del club Colo Colo; se inquietaba por el desconocimiento de Argentina del tratado de 1972; y lloraba la inesperada muerte del ex
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 (42) Capitán Armando Fernández Larios se entrega a las autoridades norteamericanas, para declararse culpable del atentado en Washington contra el ex canciller chileno Orlando Letelier, en septiembre de 1974.


Presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, acaecida en la Clínica Santa María, a las 17: 00 horas del viernes 22 de enero. Tucapel Jiménez Alfaro, al igual que miles de chilenos, concurrió al funeral y rindió homenaje a la memoria del mandatario fallecido, sin saber que ya se había dado orden de liquidarlo.
Corrían los primeros días de febrero de 1982, cuando el teniente coronel Francisco Ferrer llamó a su escritorio al capitán Herrera y le delineó los aspectos generales y específicos, con una precisión de carnicero, de la misión especial encomendada a él por el mando: La “Operación Tucapel Jiménez” (43).
“1.-Correspondía la eliminación física del dirigente sindical Tucapel Jiménez Alfaro.
“2.-Tenía por fundamento que realizaba labores contrarias a los intereses de  Chile.
“3.-La información previa de las actividades de este señor ya se habían recolectado y se le entregaron, como dirección, recorridos, ocupación y otros aspectos.
“4.-La efectividad de la planificación estaba en su sencillez y se componía de los siguientes aspectos:
         a) Se sabía su calidad de taxista;
         b) Salía realizando esta labor desde su domicilio;
         c) Un par de funcionarios lo tomarían como pasajeros a poca distancia de su domicilio, frente a las industrias Panal;
         d) Para mayor seguridad un vehículo le seguiría desde atrás y haría un cambio de luces a los funcionarios respectivos que esperan indicando el móvil que conducía Tucapel Jiménez Alfaro;
         e) Cuando este señor parara, debía solicitársele que se trasladara que se trasladara hasta las Parrilladas Pudahuel, pues quedaba prácticamente fuera de la ciudad;
         f) En el caso que no se detuviera se debía esperar otra ocasión;
         g) El vehículo de seguridad debía dirigirse al lugar hasta donde se trasladaría posteriormente al señor Tucapel Jiménez Alfaro;
h) Una vez en las Parrilladas Pudahuel, se le indicaría a Tucapel Jiménez Alfaro que se encontraba detenido;
         i) Si oponía resistencia debía ser reducido;
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(43) Considerando 56º de la sentencia del juez Muñoz en Anexos.


         j) En el vehículo tenía que ser trasladado hasta un sector del camino Renca-Lampa;
         k) En el lugar elegido y determinado previamente se le dispararía en la cabeza y se le efectuarían lesiones en el cuello;
         l) Se debía esperar hasta que falleciera, asegurándose que este hecho aconteciera;
m) Con el objeto que pareciera acción de delincuentes comunes o habituales se le sustraerían diversas especies a él como al vehículo;
         n) Para la realización del plan se contaría  con dos funcionarios previamente seleccionados, un revolver calibre 22, un cuchillo hechizo y un automóvil marca Peugeot, modelo 404;
         ñ) Una vez concluido lo anterior las armas y las especies debían ser entregadas en la Unidad;
         o) Para evitar dejar huellas dactilares debían cubrirse los dedos con cinta engomada o scoch, y
         p) En todo momento tendrían la posibilidad de comunicarse por radio, la que estaría conectada a la central.”
         Tras expresar su comprensión total de las detalladas instrucciones y hacer ver que se “sentía honrado que el Mando le confiara semejante tarea”, (44). Herrera fue conducido por Ferrer al despacho del comandante Víctor Pinto Pérez, “quien le reiteró las líneas generales del plan y le indicó que era una orden recibida del Director de Inteligencia del Ejército, a quien se la había entregado el Mando de la Institución, quien consideró era el Comandante en Jefe” (general Augusto Pinochet Ugarte) (45).
         Las autoridades superiores del DINE en forma directa o a través del denominado “Canal Técnico”, instalado por la “Comunidad de Inteligencia”, obtuvieron todos los antecedentes necesarios sobre Tucapel Jiménez. Estos fueron proporcionados a la Unidad Especial de Contraespionaje, junto el armamento, vehículos pintados con los colores reglamentarios de taxi, indumentaria y caracterización, y apoyo logístico de diferente tipo, en especial un sistema de transmisión radial para coordinar la operación.
A continuación, Herrera con los suboficiales asignados se abocó a repasar cada uno de los puntos establecidos por el plan oficial, verificando los
antecedentes que le fueron entregados. Aquí no cabe duda que debe haber recabado información propia o actualizado aquella que le fue entregada en
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(44) Idem considerando 57º.
(45) Idem


fardo cerrado, ocupando también el “Canal Técnico”.
Cuando se disponía a ejecutar la operación, Herrera recibió una contraorden que hizo suspender la acción. La razón, considerando las confesiones de los implicados 17 años después, estuvo en el hallazgo de un arma de fuego especial y adecuada a la misión encubierta, ya que después de ser usada en el crimen no podría ser rastreada. La misión de búsqueda la encomendó el brigadier Hernán Alejandro Ramírez Hald, tercero en el mando de la DINE, y jefe directo del capitán Juan Carlos Arriagada, responsable de la Compañía de Apoyo Especial del CIE.

H.- “LA OPERACIÓN ¡VA!”

 

El miércoles 24 de febrero ocurrió el increíble episodio que esperaba el comandante del CIE, coronel Pinto Pérez. Dos agentes suyos llegaron hasta la “Armería Italiana”, ubicada en calle Estado 145, local 36 -, y procedieron a incautar dos revólveres únicos y sin registro en el país, marca Dan Wesson, calibre .22, serie 22.547, y calibre .375 serie 282110 -éste del tipo Magnum- con cañones intercambiables. Uno de ellos dejó a cambio un recibo escrito con su puño y letra, firmado con su identidad operativa oficial ANDRÉS SALVATIERRA PUGA. El dependiente obligado a desprenderse del armamento, René Rodrigo Basoa Alarcón, le dijo que sabía que era de la DINE y amenazó con denunciarlo a su “contacto”: “El Wally”, temido agente de la DIFACH.

Los dos agentes eran el capitán Juan Carlos Arriagada, alias “Andrés Salvatierra”, y  Jorge Luis León Alessandrini, dentista del CIE. La función de Arriagada era central y tenía por objeto “brindar apoyo técnico a las actividades de seguridad militar, entre otras, las relacionadas con explosivos militares, investigación de ilícitos en cuarteles, técnicas de acceso a lugares cerrados, departamento de huellas, planimetría, peritajes caligráficos, electrónica, caracterización y otros, que consistían en general posibilitar el éxito de las distintas operaciones de inteligencia y contrainteligencia realizadas por funcionarios del CIE”. (46)
Con el botín solicitado en su poder, el capitán Arriagada se presentó en el cuartel general de García Reyes 12 y, tras informar al general Ramírez Hald del cumplimiento de la tarea, entregó el armamento al comandante  del CIE, Pinto Pérez. A continuación, pasadas ya las 10 de la mañana, Pinto
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(46) Atestado de Juan Carlos Arriagada a fojas 7.122.



llamó a su despacho a Herrera Jiménez y le dijo:
- Capitán, la operación ¡va!”,- (47) haciéndole entrega del revólver Dan Wesson. calibre .22, serie 22.547, las municiones y un cuchillo del tipo hechizo.
-“¿ Mi comandante, este revolver  está probado?”, consultó al Jefe .
-“Sí, no tiene necesidad de hacer ninguna práctica”, respondió Pinto.
A esa hora, el blanco de la operación ya había salido de su casa, por lo que todo quedó para el día siguiente, es decir, jueves 25 de febrero. El capitán Herrera, verdugo principal, estimó incluso no acuartelar a sus hombres, de manera que todos durmieron en sus respectivos hogares.

I.-LAS ULTIMAS HORAS DEL LIDER.-

Esa noche,  por su parte, el objetivo del operativo aceptó una invitación a cenar por parte de su hermano de padre, el abogado Raúl Jiménez Leiva. En compañía de sus respectivas esposas, comieron en el restorán “Los Chinos Pobres”, en Maturana 535. Y se retiraron cerca de la medianoche, tras conversar sobre asuntos de familia, obviando los temas sindicales.
Durante el día, el adalid de los trabajadores fiscales concedió, a las 9:30, una entrevista a un periodista de Revista “HOY”, por espacio de 30 minutos. Y después de las 10 fue a calle San Diego a la galería de libros usados en busca  de un texto con recopilación de leyes de la Contraloría General de la Republica, sin poder hallarlo.
Hurgó en la librería del escritor Luis Rivano, de calle San Diego 119, local 7, “Antes de retirarse”, recordó Rivano a los detectives, “me solicitó permiso para pasar al interior de mi negocio y observar un retrato de Clotario Blest colgado en una estantería. Lo miró y realizó un gesto de simpatía con la cabeza”.
Era metódico en todos sus actos. Hacía una misma rutina todos los días. A las nueve de la mañana salía de su departamento situado en Panamericana Norte Nº 624-B, departamento 22, Villa España, comuna de Renca. Hacía 15 años que vivía allí y todo el vecindario le conocía, como a su esposa Haydeé Fuentes e hijos.
Salía en su automóvil desde el estacionamiento ubicado frente al Nº 2460 de la calle Juana Atala de Hirmas y se dirigía  a la sede de ANEF, siempre por las mismas calles.  Trabajaba en su oficina toda la mañana
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(47) Testimonio de Herrera Jiménez a fojas 3106 y 3155 del tomo VI  reservado.

y regresaba a almorzar con su esposa. Volvía a la sede sindical después de las tres de la tarde para cumplir con reuniones y compromisos tomados con antelación.
El día fatídico se levantaron como a las 8:30, -recordó Haydeé-. Al desayuno comió tunas y bebió una taza de café. Le contó que tenía a las 10:30 reunión en ANEF y otra en el club Colo Colo alrededor de las siete de la tarde.
El aseador de los edificios de la Villa España, Juan Luis Vásquez golpeó a la puerta para cobrar el lavado del automóvil y ella le hizo el pago como siempre. Y siendo las nueve de la mañana, él se despidió con un “hasta la hora del almuerzo”, y descendió cansino la escalera hasta el patio donde estacionaba su taxi Datsun 150 Y. Se lo había comprado con la indemnización que obtuvo del despido reciente.
El capitán Herrera escuchó en su radiotransmisor que el blanco iba en camino. El mensaje lo recepcionó la central telefónica y todos los jefes y oficiales militares conectados a la red.
Enfiló su automóvil de alquiler por Enrique Soro al encuentro fatal. Saludó con un bocinazo al suplementero que llevaba el periódico a su hogar. Pedro López, desde su quiosco, le retribuyó la señal. Cuando la policía le interrogó si había visto algo extraño o alguien que lo siguiese contestó negativamente. Pero a cierta distancia estaban dos hombres del comando, de pelo corto, esperando en un furgón la salida de su presa. Durante la espera consumieron fruta, un melón cuyos restos dejaron en el lugar.
Herrera y un suboficial –Letelier o Contreras- acechaban frente a la Industria Panal, en Panamericana Norte con Enrique Soro. Un cambio de luces del vehículo del comando advirtió que la presa se acercaba.

J.- EL ASESINATO, PASO A PASO, POR EL VERDUGO

Cumpliendo a rajatablas los 10 mandamientos del crimen, el capitán Herrera, simulando un pasajero, estiró el brazo en señal de detención y el taxista Tucapel Jiménez efectivamente paró. Así lo relató el mismo ante el ministro en visita Sergio Muñoz, en lo que significo para el submundo de la Inteligencia, como la ruptura del código del silencio u “omerta”.
-“Estaba previsto que me sentara inmediatamente detrás de él. Mi subalterno en el asiento del copiloto. Le pedimos que nos llevara y le dijimos que éramos personas que veníamos de Valparaíso y que nos llevara a las parrilladas Pudahuel, porque seguramente ahí teníamos la posibilidad de ser contratados como cocineros o mozos, a lo que accedió, saliendo a la Alameda Bernardo O’Higgins” (48).
(48)  Confesión de Herrera a fojas 3106 y 3155 del tomo VI reservado.
Prosigue Herrera: “Nos fuimos conversando y al poco rato este señor nos comentó que era dirigente sindical, que en su momento había sido defensor del gobierno militar, que había estado en Ginebra y que al poco tiempo se había dado cuenta que no le gustaba el giro que estaban tomando las cosas, el sistema económico que estaba implementando el gobierno (...)”.
-Ministro en Visita: “Cuando llegan al lugar, ¿cómo le notifica el hecho de la detención?”.
-Herrera: “Llegamos a las inmediaciones de las parrilladas. Nos empezó a
mostrar ‘aquí están las parrilladas’. Le dije, mire don Tucapel Jiménez, somos policías, somos de seguridad y usted está detenido, siga por el camino. Por eso le resaltaba, ministro, que yo iba preparado para una suerte de resistencia, iba preparado para un escándalo, y grande fue mi sorpresa. Esta es la primera vez que me ocurre a mí, que este señor se alegró e hizo la cosa mucho más fácil. Lamentablemente para él, por supuesto. Me puso cara de felicidad. Miró para atrás y me dijo: ‘Ya, pucha, mira ya’. Le dije: ‘Tranquilo don Tucapel, por favor no intente nada’. Me dijo: ‘No, no se preocupe, no hay problema, dígame no más’. Le dije: ‘Siga el camino. Más adelante va a haber una persona que le va a indicar que se detenga’.
-Herrera: “Nos dirigimos al lugar de los hechos que, como he señalado, se encontraba plenamente determinado, en el camino Renca-Lampa, en donde esperaba el otro automóvil en el costado poniente en dirección contraria, hacia el sur. Estacionó el vehículo don Tucapel Jiménez, en el costado oriente del camino, en dirección al norte. Se bajó el funcionario acompañante, abriendo el portamaletas para simular que buscaba algo. Yo saco el cabezal del asiento del chofer. Desde un bolso tipo porta equipo, de color claro, en que tenía además de las armas de cargo propias y de los dos suboficiales. Extraje el revolver que se me había entregado y le disparé en la cabeza al señor Tucapel Jiménez, quien cayó hacia el lado derecho suyo, sobre el asiento del copiloto. La verdad que este señor, yo no soy médico, pero entendí que no falleció de inmediato (...) No sé si los sonidos que hacía eran porque estaba muriendo o en agonía.
Cuando se encontraba en esta posición, el suboficial conductor procedió a efectuarle los cortes en el cuello, según estaba señalado en la planificación de los hechos”.
-Herrera: “Esperé hasta que este señor falleciera, en el asiento de atrás. Sacamos con bastante dificultad el taxímetro y documentación personal. Cuando me cercioré que estaba muerto atravesamos al otro auto, al Peugeot 404, nos metimos atrás, nos tapamos con una frazada y salimos del lugar”. (49).
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(49) Confesión de Herrera a fojas 3106 y 3155 del tomo VI reservado
K.- DESMAYO DEL COMANDANTE DEL OPERATIVO

Junto con la sustracción de los documentos de identificación y el padrón, el comando robó a la víctima el taxímetro “Eko-Maiko”, modelo “EM-C2”, Nº 7608 grabado bajo relieve; el reloj pulsera marca “Jeage-Le Coultre”, modelo “Memovox”, automático, con calendario, despertador, con dos manecillas, cromado y con pulsera elástica de metal blanco;  y un talonario de cheques del Banco O’Higgins cuenta corriente 00457175, entregado el 23 de febrero con 25 hojas. Junto con lo anterior, Herrera Jiménez empapó una casaca suya, color amarillo, en la abundante sangre que emanó del cuello cercenado. Y ordenó limpiar el taxi Datsun, por dentro y por fuera, de manera de borrar toda huella dactilar.
De regreso a media mañana en el cuartel general del CIE, en García Reyes 12, el jefe del comando sicario le informó al teniente coronel Francisco Ferrer y luego juntos se dirigieron ante el comandante Víctor Pinto. En el acto, el capitán Herrera puso sobre su escritorio las armas utilizadas, el taxímetro y la casaca que hedía a sangre humana fresca.
Fue tal la impresión del coronel Pinto que sufrió un desmayo, suscitándose tal batahola que fue necesaria la comparecencia de personal paramédico que lo asistiera. La situación provocó revuelo en las dependencias del cuartel y las versiones asociadas al hecho dieron lugar a muchos y variados comentarios (50).

L.- DÍA DESPUÉS: JURAMENTO DE SILENCIO

Al día siguiente, mientras el país se conmocionaba con las noticias del crimen, el capitán Herrera obtuvo permiso para viajar con su familia a la ciudad de Talca. En tanto, el general Arturo Ramsés Alvarez, citó  a una reunión matinal en la sala de conferencias del edificio de la Comunidad de
Inteligencia, calle Juan Antonio Ríos 6, a todos los funcionarios que tenían conocimiento de lo realizado, especialmente a los oficiales del CIE y a los dos suboficiales que actuaron junto a Herrera. A todos les sometió a un pacto de honor, consistente en el “juramento de silencio” u “omerta”, (51),  código universal de los agentes, compromiso de jamás hablar del asunto.
El mismo verdugo cumplió una labor adicional: Deshacerse de toda la documentación, lo cual hizo en Viña del Mar. Por ello, en el lecho del estero
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(50) Atestado de Francisco Ferrer en el proceso y considerando 46º a. Del fallo del ministro en visita.
(51) Confesión de Herrera a fojas 3106 y 3155 del tomo VI reservado. Declaración del agente del CIE, Francisco Tomás Pérez Rivera, a fojas 3192 del tomo VI Reservado.

Marga Marga, frente al local de fotografía “Valck”, el transeúnte Sergio Borquez halló un sobre conteniendo el carné de chofer de Tucapel, clase A, con dos fotos del tamaño carne y dos boletos de entrada al teleférico, por valor de 50 pesos cada una.
En simultáneo la joven Alejandra Oneto Villarroel, mientras el 27 de febrero frecuentaba la playa Acapulco, descubrió flotando en el agua un carné de identidad de Tucapel Francisco Jiménez.
Por su parte, el Gobierno reaccionó en dos frentes. Por una parte, el Presidente Augusto Pinochet se hallaba realizando una gira por la Undécima Región. Y en la ciudad de Coihaique expresó en rueda de prensa que “repudiaba enérgicamente” el asesinato y que había puesto al Ministro del Interior, Sergio Fernández, a la cabeza de una inmediata investigación. Por otra, el Director de la CNI, general Humberto Gordon Rubio declaró tajantemente que se trataba “de un hecho delictual” (52).
Ningún representante gubernamental se hizo presente en la sede de la ANEF, donde se velaron los restos de su presidente. Condolencias protocolares recibió la viuda, a través de tarjetas.
Miles de chilenos desfilaron frente al féretro. Y el Cardenal Raúl Silva Henríquez ofició una misa de responso, al cabo de la cual dijo con voz triste: “Es un mártir del sindicalismo chileno”.
El sábado 27, a las cinco de la tarde, se le ofrecieron honras fúnebres en la Catedral Metropolitana atestada, cuya homilía pronunció el obispo Jorge Hourton y que fue seguida por altoparlantes por miles de personas apostadas en la Plaza de Armas.
Una muchedumbre, contenida por policías uniformados con bastones, siguió al cortejo hasta el Cementerio Metropolitano, donde presentaron sendos discursos de despedida: Hernol Flores (Vicepresidente de ANEF), Eduardo Ríos (presidente UDT), Manuel Bustos (presidente CNS), Joseph Campos
­­­­­(norteamericano dirigente de AFL-CIO) y Manuel Rioseco, del Partido Radical, en la clandestinidad, al cual perteneció el occiso.

LL.-GENERAL FELICITA AL VERDUGO

El lunes 1º de marzo, el Director de la DINE, general Álvarez Sgolia, citó a su oficina al capitán Herrera Jiménez. Esto sucedió, según propias  palabras de Bocaccio o Mauro:
“Fui con (el comandante) Pinto. Me recibió el general Alvarez y me felicitó por el cumplimiento de la misión. Me advirtió que estuviera tranquilo, que esa
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 (52) Publicado el sábado 27 por diarios “La Tercera” y “Las Ultimas Noticias”.


era una misión que también le había dado su superior, que entendí que era el Comandante en Jefe del Ejército. Me recalcó que estuviera tranquilo, que a mí nada me ocurriría y que, en definitiva, yo le había hecho un gran favor a la Patria. El general Alvarez me estrechó la mano, me dio un abrazo y me felicitó por la misión”. (53)
Al mediodía, en cuanto los tribunales abrieron sus puertas, un abogado del Ministerio del Interior presentó ante la Corte de Apelaciones capitalina una petición de ministro en visita, nombramiento recaído en Sergio Valenzuela Patiño.
En tanto, en la SNG había “gran nerviosismo y generalizada inquietud”, según observó Wladimiro Eduardo Sánchez Ñiguez, profesor contratado por Misael Galleguillos para los asuntos administrativos de la escuela sindical. Estando en la sede de Victoria Subercaseaux, “pude ver a varios miembros que llamaban en forma telefónica a la torre, en referencia al edificio Diego Portales, específicamente a Ramón Callis y a Genaro Vidal", diría diez años más tarde al Grupo Especial de la BH (54).
-¿Ud. vio o conoció algunas situaciones extrañas en la oficina?, le preguntó el sbcomisario José “Huaso” Barrera Campos a Wladimiro Sánchez.
-En días siguientes al asesinato se sucedieron varios hechos extraños en la torre, en la oficina de Galleguillos. Una secretaria de confianza de él, de nombre Joyce Guillibrad, intentó sustraer documentación que podría comprometer a algún miembro de la Secretaría. Esto lo que habría tratado de impedir la jefa administrativa, Vivian Arias.
-¿Qué se decía, qué se rumoreaba en la Secretaria?-, insistió el policía.
-Se rumoreaba que un comando de la CNI estaba involucrado, ya que Galleguillos tenía contactos con personas de la CNI.-concluyó Sánchez Ñiguez.
Como su secretaria personal, Joyce Elizabeth Guillibard Olea, profesora de profesión, veía los asuntos privados de Galleguillos, a quien llamaba y a quien recibía. En este sentido describió a dos varones y a una dama que visitaban en forma esporádica al jefe. Uno se llamaba Manuel Arriagada y ella, María Cifuentes, a quien describió como alta, delgada, cabello corto castaño y de buena presencia. Ambos de los servicios de seguridad.
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(53) Confesión de Herrera a fojas 3106 y 3155 del tomo VI reservado
(54)Consta en parte 132 del 23 de septiembre de 1992.

-Tenemos información que Ud. sacó documentación comprometedora de la Secretaría-, le interrogó el subcomisario José Barrera Campos.
-En el mes de marzo de 1982 (no precisó día), estando yo en mi oficina y siendo ya casi las 17:30 horas recibí una llamada telefónica de don Misael, en la cual me solicitó que le sacara una documentación que se encontraba en el interior de una carpeta ubicada en un mueble archivo en una oficina que en ese momento no estaba ocupada. Ante lo cual le dí cuenta a dona Vivian Arias, quien me autorizó a sacar tal documentación. Fue así que sólo saqué lo que estaba en el interior, dejando la carpeta en el lugar.
-¿Revisó la documentación, vio de qué se trataba?, inquirió el detective.
-No, no la revisé.
¿Y luego qué hizo?, insistió.
-Como me encontraba en horario de término de mi jornada diaria tomé todas mis cosas y salí en forma normal sin ser detenida ni revisada en la portería. Supe posteriormente que don Marcelo Retamal, quien en esa oportunidad se encontraba en las oficinas de la Secretaria, habría ordenado ser interceptada con el objeto de hacer una revisión de lo que portaba (55)
Vivian Arias Daguerrasar, jefa administrativa, no pudo ser interrogada por los investigadores. Se fue del país el 2 de octubre de 1983, con destino a Dinamarca, según registro de Policía Internacional. Esta mujer tenía información importante sobre la destrucción, por orden de Misael Galleguillos, de documentos relacionados con el asesinato. y boletas de  almuerzo en el aeropuerto Arturo Merino Benítez de dos personas y pasajes a Valparaíso, con fecha 25 de febrero de 1982,
Misma determinación tomaría Tramont Castillo, con destino a México
el 7 de septiembre de 1991. La policía lo buscó con ahínco, por cuanto se le sindicó como el proveedor de los automóviles empleados por el comando ejecutor.
Pero el interés mayoritario de los medios de comunicación estuvo centrado en los sucesos  que acaecían en torno a la captura de un “psicópata”, identificado como Luis Eugenio Gubler, inculpado de 12  asesinatos en las ciudades de Valparaíso-Viña del Mar. Aprovechando dicha pesquisa anunciada por POLIN, el general Augusto Pinochet aseguró al diario “La  Tercera”, en su edición del 3 de marzo, que se esclarecería el asesinato de Tucapel Jiménez, “que estoy seguro fue cometido por los comunistas”.
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(55)Consta en parte 146 del 27 de octubre de 1992.


Por su parte, el capitán Herrera continuó en el CIE, emocionalmente convencido “que había cumplido una función con ribetes extraordinarios, que lo llevó a relatar los sucesos a quien quisiera escucharlo. Es por ello que toda la oficialidad del CIE se enteró de lo sucedido, lo cual consta por los comentarios que abiertamente se efectuaron sobre el tema. En un principio hubo curiosidad, pero luego generó tensión, pues no se compartía el ‘heroísmo’ que Herrera asignaba a su acción. Por lo que al conocerse esta realidad y el impacto que causó en la opinión pública, se comenzó a tejer una versión de los sucesos que vinculaba al alto mando de la institución” (56).
Ante esta situación preocupante, el general Alvarez Sgolia, llamó a una secreta nueva reunión general a los integrantes del CIE y a oficiales de la DINE, entre los que se contaron el coronel Víctor Pinto y el brigadier Hernán Ramírez Hald.
En la sala de conferencias del edificio de Juan Antonio Ríos 6, Alvarez Sgolia usó un tono duro para instarlos a “abstenerse de realizar comentarios respecto de la muerte de Tucapel Jiménez Alfaro, que no se dijera más que en esto tenía participación el general Augusto Pinochet y que él asumía toda la responsabilidad por lo ocurrido” (57). Y endureciendo aún más la voz, Alvarez sentenció: “Sancionaré drásticamente a quien no cumpla esta orden” (58).

Vino el periodo de calificaciones y los ejecutores hincharon su pecho de orgullo por lo hecho: En sus hojas de vida recibieron anotaciones de mérito, con más un punto, según se lee en ellas, los días 4,15,19 y 26 de mayo para Herrera, Ferrer, Contreras y Letelier. (59)

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